domingo, 5 de diciembre de 2010

Movimiento de participación popu ¿qué?

Creemos que no merece mayor comentario de nuestra parte


CARLOS MAGGI


Al Presidente Mujica y al Movimiento de Participación Popular (MPP) la gran fuerza del gobierno, les hacen trampa con las palabras.


Son tantas las creaciones falsarias que no es fácil pararles rodeo. Pero puedo mostrar un par de ejemplos con confusiones habilidosas; todas perfectamente intencionadas; manejadas para desnortear.


La huelga consiste en una concertación de los trabajadores, que dejan de concurrir masivamente a su trabajo. No trabajan y por consiguiente, no cobran; imponen un conflicto.


Asombrosamente, los funcionarios uruguayos están acostumbrados a la corrupción de sus jerarcas que manejan plata ajena y suponen que las corruptelas dan derecho. Tan es así, que piensan recurrir a la justicia para que se reconozca su derecho a cobrar sin trabajar.


Por supuesto ese derecho no está ni puede estar establecido en ningún lado. Este no es un problema de palabras, como anuncié, pero es necesario aclararlo para que se entienda lo que sigue.


Le llaman paro o huelga (primer ejemplo) al hecho de trabajar (¡¡!!); pero sin entregar al empleador el fruto de ese trabajo.


No cabe duda que cuando el dependiente entregue al empleador el bien creado (archivos computarizados, por ejemplo) el empleador está obligado a pagar el costo íntegro que corresponde; el sueldo de sus empleados.


Pero, la situación descrita, nada tiene que ver con un derecho y mucho menos con el derecho de huelga. Los funcionarios no pueden disponer qué se hace con el fruto de su labor. Si alguien o todo el personal incurre en el secuestro del producto, se configura una infracción que debe ser sancionada.


La resistencia en dar los resultados merece una sanción (por omisión contumacial a los deberes del cargo) que puede llegar a la destitución. Llamarle a una infracción "huelga" es una estafa semántica. Mediante una locución falsaria, se coloca a los infractores bajo un paraguas (derecho de huelga) que no corresponde; no son huelguistas ejerciendo un derecho, son funcionarios públicos que violan su Estatuto y el artículo 59 de la Constitución, que es terminante. Manda que cada órgano del Estado se ciña a un principio expreso: "el funcionario existe para la función y no, la función para el funcionario." Nada importa más en la Administración pública que la prestación del servicio asignado.


La hermenéutica indica que la Constitución debe aplicarse directamente, para superar el entuerto verbal. El nombre no hace la cosa.


2) La segunda falsificación del lenguaje es de tal dimensión, que cuesta creer que exista; constituye una falsificación colosal de la cual nacen grandes consecuencias, contrarias a la "ciencia de la palabras" -como alguien definió el derecho.


A los burócratas del Uruguay que son legión se les llama ¡trabajadores!, y eso les da una cobertura y un estilo en su acción gremial que los confunde con los proletarios. Media en esto una confusión entre entidades radicalmente diferentes.


Los señores funcionarios públicos tienen sindicato y hablan como los oprimidos y manejan los valores que corresponden a los desvalidos, explotados por un patrón. Pero ¡son inamovibles! Y el temido dueño de la empresa es alguien que no tiene afán de lucro. Al revés, el gobierno empleador del funcionario, tiene interés político en halagar a su clientela. Tabaré Vázquez como Intendente, bajó el horario y subió los sueldos.


La diferencia entre la situación de un trabajador y un burócrata es abismal, pero para el tratamiento de las cuestiones laborales, las expresiones son las mismas y los valores se ordenan mecánicamente y es del mejunje de los términos que salen las maniobras abusivas.


En el caso del Uruguay, donde la mitad de la economía está en manos de empleados públicos, la igualación del habla lleva a casos aberrantes; al hundimiento del mundo laboral, en beneficio creciente de una casta autónoma y favorita.


Crea también un terror nuevo: el pánico de los funcionarios cuando entrevén la amenaza de quedar librados a la auténtica relación laboral: proletarios - empresa. Los funcionarios exigen trabajar para un ente sin patrón que controle.


La diferencia de fondo obra en los momentos conflictivos: el que sufre los efectos de una huelga auténtica es el dueño de la fábrica que pierde utilidades; pero la que sufre el infortunio de una interrupción de los servicios públicos es toda la sociedad. En este caso, se ve hasta donde es diversa una y otra acción directa.


A los conflictos creados por el interés corporativo de los funcionarios, corresponde la respuesta defensiva de los perjudicados; digamos para abreviar, un cambio en la opinión pública que salga al cruce y diga:


- "Esto que están haciendo para beneficiarse "ellos", me está atacando a "mí" ¡Basta ya!


Y es eso, exactamente, lo que está sucediendo, aquí y ahora.


Apareció la primera encuesta de opinión sobre la alta conflictividad de octubre y noviembre (1) y sus resultados registran el cambio en la gente.


Pregunta: sobre el desempeño de los sindicatos: Desaprueba: 46%; Aprueba 25%; No opina: 29%


Pregunta: ¿La mayoría de las huelgas son justificadas?:


Algunas sí, algunas no: 44%; No: 36%; Sí: 14%; No opina: 6%


Pregunta: Confianza en el Pit-Cnt: Poca o ninguna confianza: 62%; Confianza, mucha confianza : 29%; No opina: 9% (hasta aquí la encuesta que muestra la impopularidad de lo que está sucediendo).


Hacia el final del último proceso electoral, el candidato Mujica consultó al doctor Daniel Ferrère a propósito de la reforma del Estado y Ferrère le dio una clave: por sobre el poder sindical prima una sola fuerza: la opinión pública, y agregó un ejemplo: así sucedió con el Plan Ceibal que empezó con los sindicatos de docentes en contra y cuando sobrevino el éxito (la satisfacción de los padres y el apoyo de la opinión pública) se acabó la resistencia.


Por supuesto la cultura media uruguaya encara con simpatía la lucha cuando procura que haya justicia social; justamente por eso, vale tanto el sondeo de popularidad que acaba de publicarse. Hay simpatía hasta que se tira demasiado de la piolita, como dijo Vázquez.


Cuando a mucha gente le duele lo que está pasando, los reclamos corporativos hacen añorar tiempos normales. Y eso ha sucedido en todas partes del mundo. En la posguerra 14-18 fue la razón de ser de los regímenes totalitarios.


- "La huelga de médicos dejó una relación muy deteriorada entre ellos y la sociedad." "Lo que terminó de desgastar la imagen de los médicos fue el extenso conflicto (la acción directa) que llevaron adelante para defender las Cajas de Auxilio." (2).


En octubre y noviembre lo popular dejó de ser tan popular.


Empieza a aclararse la madeja, el engaño de confundir débiles con poderosos. El apoyo a los gremios tiene un límite, dentro del sistema democrático donde todo está contrapesado.


Por eso los contrarios a la libertad prefieren un régimen de fuerza, un partido único, para amordazar y sacar tajada.


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(1) CIFRA, 26/11/10.


(2) Federico Castillo, El País, 28/11/10
El País Digital

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