domingo, 27 de febrero de 2011

¿COMENZAMOS A OCULTAR LO QUE NO CONVIENE QUE SE SEPA?

Inseguros


Sino fuera porque la propia víctima, con coraje, decidió hacerlo público, solo las personas directamente relacionadas se hubieran enterado del copamiento sufrido por este padre y sus dos hijos en su casa en el barrio de Carrasco. El parte policial no fue dado a conocer a la prensa, pues según parece, no entraba en la categoría de relevante, tal cual el criterio que aplica la policía para difundir los hechos delictivos de cada jornada.
Tampoco fue caratulada la denuncia como copamiento, a pesar de que lo fue, del momento en que se introdujeron en la vivienda de esta familia por medios violentos, a los golpes y amenazándolos con armas, (el padre obligado a mantenerse acostado en el piso, mientras le zapateaban junto a su cara) en tanto se llevaban a los hijos a otra zona, dejándolo en la angustia de no saber qué podría pasarles.
La tremenda situación experimentada por esta gente, cuyo hogar resultó invadido por unos delincuentes que actuaron -según observación del involuntario protagonista-, con una profesionalidad reveladora de una larga práctica, pone nuevamente en evidencia la degradación de la seguridad ciudadana de los uruguayos, al tiempo que una serie de aspectos negativos afloran, a raíz de lo sucedido.
¿Están los agentes del orden tan desbordados por la ola de delitos, que se encuentran anestesiados y por ende, lo ocurrido ni siquiera les llama la atención? ¿O cabe preguntarse si hay una deliberada actitud de ocultamiento, espontánea o digitada desde arriba y así un episodio de esta gravedad, ni siquiera queda registrado como copamiento, sino como una rapiña más. Y no es la primera vez que sucede, pues se conocen otros casos semejantes. Un argentino este verano, intentó hacer la denuncia en el departamento de Maldonado por haber sido copado en su domicilio, él y los suyos, pero asombrado escuchó que en la comisaría le decían que el suceso denunciado, quedaría caratulado como rapiña. Algo igual le sucedió a la gente de una automotora de Montevideo, pues tampoco les reconocieron en la seccional, que lo suyo hubiera sido otra cosa que un hurto con violencia, o sea, una rapiña.
La explicación que dan: para entenderlo como copamiento, las personas tendrían que haber quedado atadas o encerradas en algún lado. Ello a pesar de que dice el artículo 344 bis del Código Penal, Rapiña con privación de libertad. Copamiento. ¿Acaso estaban libres el padre y sus hijos, esa tarde del 12 de febrero, todo el tiempo en que los maleantes, (4 jóvenes muy organizados), estuvieron dentro de su casa; mientras les robaban y hacían lo que querían en su propio hogar, al tiempo que los tenían sujetos a punta de pistola?
Cómo se puede creer entonces, en los informes que cada tanto brinda el Ministerio del Interior, en los que justamente el índice de copamientos, "felizmente" es muy bajo. Máxime, si se recuerda que las cifras de los delitos que dio a conocer el Ministro Bonomi, en octubre del año pasado, provocaron tal desacuerdo en Rafael Paternain, responsable hasta la fecha, del Observatorio de Violencia y Criminalidad, que renunció. Y en el anterior gobierno, en épocas del Ministro Jorge Bruni, el Jefe de Policía de Montevideo, Néstor Javier Lema, fue alejado del cargo luego de quedar al descubierto el engañoso manejo de las cifras, figurando las rapiñas como hurtos, de acuerdo a ciertas superiores directivas.
Por otro lado, no es para nada tranquilizador enterarse de que el Ejecutivo mandará un proyecto de ley para liberar unos 2.160 presos. Otra vez la mala receta de la pasada Administración, porque ni este gobierno ni el anterior, se caracterizan por la ejecutividad, a menos que de formar comisiones se trate y problemas como el hacinamiento carcelario no se han encarado con la debida decisión. Recién comenzó a utilizarse el otrora cuartel de Punta Rieles con ese objetivo (idea del Partido Nacional), aunque ha trascendido que en diciembre ya se produjo una fuga. Y hablando de fugas, que decir de los infantojuveniles que entran y salen en las colonias de supuesta seguridad, como por una puerta giratoria. Un fenómeno que tiene años y todavía siguen en veremos mejorar los cercos que impidan la evasión de estos menores que son un flagelo para la sociedad -el INAU es un fracaso desde el punto de vista de su rehabilitación-, que actúan con el más absoluto desparpajo, según lo confirmaran los fiscales la otra tarde, en el Parlamento ante la Comisión de Seguridad.

El País Digital

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